En un pueblo de una pequeña comarca vasca, un
euskaldun (hablante del euskera) que vivía en un baserri (caserío) en la ladera
de un mendi (monte) llega a la tienda del herri (pueblo) en un crudo día de
invierno, con una tremenda helada, y un frio que te podrías reír de Siberia. -
Aupa Joseba, -le dice al dueño-, quiero que me vendas una de esas bolsas de
goma que se le pone agua caliente dentro para calentar la cama y tener los pies
calientes. ... - Coño, Patxi, ¡qué mala suerte!. Justamente esta mañana le
vendí la última a Izaskun, la del baserri Maitetxu. - Patxi, puteado, le dice:
¿Y qué hago yo ahora con el frio que hace por la gau (noche)? - No te preocupes
hombre, yo te presto mi katu (gato). - Ahí va, la hostia!!!! ¿Tu gato? - Mi
gato es gordito, te lo colocas en los pies dentro de la cama y verás que
calorcito que te da toda la noche. El martes ya tendría mas bolsas de esas.
Vienes a por una y me devolverías el gato. - Bueno, está bien. Eskerrik asko
(gracias) Joseba. - Agur (adiós) Patxi. Joseba coge el gato y se dirige a su caserío.
Al día siguiente, aparece Patxi en la tienda de Joseba con la cara desfigurada
por los arañazos del gato. - JOSEBAAAAA !!!! ¡¡Me cago en la puta!! Vengo a
devolverte este gato de mierda y te lo puedes meter por el culo. Mira como me
ha puesto la cara. - Pero Patxi, ¿qué ha pasado pues? Si es lo más manso que
hay. - ¿Manso?...... La madre que lo parió!!, el embudo en el culo lo aguantó
bien, pero cuando empecé a echarle el agua hirviendo, se puso como loco......
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