En mi ENSUEÑO SOÑADO

ME OLVIDÉ DE TI

domingo, 11 de enero de 2015

Chiste guarro y asqueroso


En una fiesta de cumpleaños, uno de los Chema tiene un apretón ,el baño está ocupado y pregunta al dueño de la casa..
- Antonio me estoy cagando, por favor, dime que hago, el baño está ocupado y no me dejan entrar.
- Prueba en el baño de la planta de arriba.
Luis sube los escalones de tres en tres, mientras siente que las fabes con almejas de la comida piden paso...
- Dejarme entrar, que me cago vivo...
- No, está ocupado, vete el otro baño.
- No puedo moverme si doy un paso más me voy por la calicata, déjame entrar cabrón!
- Una mierda, vete a cagar al rio, capullo.
- Dios, me voy por las trancas...!!!
En ese momento Chema ve un macetón enorme con un cactus, se acerca con pasos cortos al cactus, discretamente hace un bujero en la arena, e baja los pantalones, y comienza a hacer lo suyo...

Cinco años después Chema recibe una postal de Antonio desde Australia:

- Chema, Ya basta, te perdonamos, sabemos que te cagaste, pero por favor dinos donde, ya van tres veces que nos mudamos, y la casa sigue apestando a mierdas...

 
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Chiaste guarro y asqueroso


 
 
   Un caballero estaba en un autobús atestado de gente hurgándose la nariz con el dedo meñique. El tío llevaba diez minutos "dale que te pego al moco" cuando su compañero de asiento no puede resistirlo más y le dice:
- Perdone, veo que tiene problemas con su nariz. Si me permite, yo tengo la uña de este dedo más larga y podría intentar sacarle el moco, a ver si hay suertecilla....
- Oh, si, por supuesto - responde el del moco.
Cuando el tío de la uña llevaba cinco minutos de lucha contra el moco, el viajero de atrás le toca en el hombro.
- Disculpe, he oído su conversación y resulta que yo llevo un palillo en el bolsillo. Si me permite, entre los dos podríamos intentar sacarle el moco a este caballero. Ninguno de los dos pone ninguna objeción, así que al instante estaban los tres luchando con el moco: el dueño de la nariz con el dedo, el vecino con la uña y el de atrás con el palillo.
De repente se levanta un negro africano de dos metros que estaba al final del autobús, y apartando a la gente agarra de las orejas al del moco, se coloca la nariz en la boca y le pega un chupetón de padre y muy señor mío. Acto seguido se lleva la mano a la boca, saca una cosa larga y pegajosa y se la da al del moco diciendo:
- Aquí tiene, su moco... y su ojo.

 

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