Jaime tiene 95 años y vive en un asilo
de ancianos. Todas las noches después de cenar, se recluye en un sector apartado
del jardín. Una noche, Carmencita, de 87 años, se le acerca. Comienzan a charlar
y él le dice a ella:
-¿Sabes qué es lo que más añoro de
todo?
-¿Qué? -
dice Carmencita
- ¡El SEXO! -
dice Jaime con cara de tristeza.
Carmencita exclama: - ¡Viejo rabo verde, pero si esa
vaina no se te levantaría ni aún si te apuntaran con una pistola a tu
cabeza!
-Ya lo
sé - dijo Jaime, pero me encantaría que una mujer me la sostuviera, aunque sólo
fuera por un rato.
-Bueno, yo puedo ayudarte- dijo
Carmencita-
Y
uniendo el gesto a la palabra ... le baja la cremallera ... le saca suavemente
el miembrito y se lo mantiene en la palma de la
mano.
¡La cara
de Jaime era de placer absoluto!
Acuerdan encontrarse secretamente en el jardín cada
noche, donde se sentarían a charlar y Carmencita se lo sostendría por un
rato.
Una noche, sin embargo, Jaime no apareció en el lugar a la hora
convenida. Alarmada, Carmencita empezó a buscarlo por todos lados para
asegurarse de que estuviera bien.
Terminó por encontrarlo sentado al borde de la
piscina junto a Lucrecia, otra compañerita de 78 años, quien estaba
soteniéndoselo con la mano.
Furiosa, Carmencita lo
increpó:
-¡TRAIDOR HIJO DE @#$%! ¿QUÉ TIENE ESA Lucrecia QUE
NO TENGA YO?
JAIME con todo el placer desbordándole de su rostro
respondió:
¡¡¡PARKINSON!!!
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