Una patrulla de soldados
llega una pequeña aldea de la guerrilla.
Después de quemar el pueblo y de matar y violar un poco, se les ocurre un juego, cogen a todas las mujeres, les ponen una venda en los ojos, y tienen que reconocer a sus respectivos maridos, que están en una fila, tocándoles los cojones. Cuando alguna se equivoque, la matan a ella, al marido y a los hijos. Si acierta, les dejan vivos. Si alguien intenta hacer alguna trampa, ya pensaran algo divertido para castigarlos.
Total, que la primera mujer empieza a recorrerse la fila, diciendo
- No... no... no... no... no... no... si!
Y consigue dar con su marido. Esto se repite unas cuantas veces,
hasta que los soldados se cansan de liberar gente, y deciden que uno de ellos se ponga en la fila, haciéndose pasar por un guerrillero. Entonces pasa la siguiente mujer:
- No... no... no... no... !hombre, un forastero! no... no... no...
Después de quemar el pueblo y de matar y violar un poco, se les ocurre un juego, cogen a todas las mujeres, les ponen una venda en los ojos, y tienen que reconocer a sus respectivos maridos, que están en una fila, tocándoles los cojones. Cuando alguna se equivoque, la matan a ella, al marido y a los hijos. Si acierta, les dejan vivos. Si alguien intenta hacer alguna trampa, ya pensaran algo divertido para castigarlos.
Total, que la primera mujer empieza a recorrerse la fila, diciendo
- No... no... no... no... no... no... si!
Y consigue dar con su marido. Esto se repite unas cuantas veces,
hasta que los soldados se cansan de liberar gente, y deciden que uno de ellos se ponga en la fila, haciéndose pasar por un guerrillero. Entonces pasa la siguiente mujer:
- No... no... no... no... !hombre, un forastero! no... no... no...
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