En un
caserío había un árbol lleno de cerezas, y tras madurar estas el casero vio que
faltaban muchas. Al día siguiente faltaban más. Al otro aún había menos y
decidió vigilar por la noche. A las cuatro de la mañana vio subir una sombra al
árbol. Se acercó sigilosamente y le agarró por los huevos
— ¿Quién eres?
No hubo respuesta, y le apretó
— ¿Quién eres?
No hubo respuesta, y le apretó con todas sus fuerzas
— ¿Quién eres?
Como no obtuvo respuesta se colgó de sus huevos
— ¿Quién eres?
— ¡Antonio!.¡Soy el mudo Antonio!
— ¿Quién eres?
No hubo respuesta, y le apretó
— ¿Quién eres?
No hubo respuesta, y le apretó con todas sus fuerzas
— ¿Quién eres?
Como no obtuvo respuesta se colgó de sus huevos
— ¿Quién eres?
— ¡Antonio!.¡Soy el mudo Antonio!
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