Un hombre caminaba por la calle cuando otro hombre,
muy pobre, lo detiene y le dice:
— Una limosna, por amor de Dios!
— No señor! Seguramente querrá el dinero para irse a beber.
— No señor, yo no bebo.
— Entonces para fumar!
— No fumo señor, se lo aseguro...
— Entonces, seguramente es para gastar con mujeres!
— Tampoco señor. Soy un hombre honrado.
— Está bien, entonces acompáñame a casa. Le voy a mostrar a mi esposa como terminan los hombres honrados.
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