En un hospital han comprado una máquina para ayudar en los partos a las mujeres. Llega una madre acompañada por su esposo y les dice un doctor:
— Miren, tenemos esta máquina que va a ser una revolución. Sirve para transferir parte del dolor del parto al padre, de forma que la madre no tiene que sufrir mucho. ¿Estarían ustedes dispuestos aprobarla?
— Si —respondió el matrimonio sin pensarlo mucho.
— Bueno, pues el esposo se sienta aquí y como está en fase experimental, de momento pondremos la maquina tan solo al 10%, y ustedes me van diciendo.
El parto progresa de la forma normal, y el esposo dice:
— Oiga, no noto nada. ¿Por qué no suben la máquina al 20%?
El esposo sigue sin sufrir ningún dolor.
— Más, más, pónganla al 50%.
La madre siente un alivio enorme, pero el padre ni se inmuta.
— Oigan, que de verdad que no me pasa nada, pónganla al 100%.
Y la madre da a luz sin dolor y están todos contentísimos. Hasta que el joven matrimonio vuelve a su casa y se encuentran al cartero muerto en la puerta.
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