Una noche
llega el marido a la casa y encuentra a su mujer en la cama con un amante. El
tipo saca una pistola y la mujer le grita:
— No lo mates!
— Quédate tranquila, mujer, soy campeón de tiro y nada más voy a pegarle dos tiros en las bolas.
Al tiempo el hombre se separa de su mujer y un día, caminando por la calle, ve venir al amante de su mujer con dos niños en los brazos. El tipo se acerca y al verlo quiere salir huyendo pero el hombre lo tranquiliza:
— Tranquilo hermano, no te voy a hacer nada. Al final me hiciste un favor, esa mujer me tenía harto. Ahora, una pregunta, esos chicos son sobrinos ¿no?
— Son hijos míos —contestó el amante.
— Para, para. ¿Cómo puede ser?, yo soy campeón de tiro y te apunté a las bolas.
— Lo que pasa es que cuando tú me tiraste, yo tenía las bolas en la garganta.
— No lo mates!
— Quédate tranquila, mujer, soy campeón de tiro y nada más voy a pegarle dos tiros en las bolas.
Al tiempo el hombre se separa de su mujer y un día, caminando por la calle, ve venir al amante de su mujer con dos niños en los brazos. El tipo se acerca y al verlo quiere salir huyendo pero el hombre lo tranquiliza:
— Tranquilo hermano, no te voy a hacer nada. Al final me hiciste un favor, esa mujer me tenía harto. Ahora, una pregunta, esos chicos son sobrinos ¿no?
— Son hijos míos —contestó el amante.
— Para, para. ¿Cómo puede ser?, yo soy campeón de tiro y te apunté a las bolas.
— Lo que pasa es que cuando tú me tiraste, yo tenía las bolas en la garganta.
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