Un par de mujeres estaban jugando golf. Cuando la
primera de las dos salió, vio con horror como la pelota se dirigía directamente
hacia unos hombres que estaban jugando en el siguiente hoyo. De hecho la pelota
golpeó a uno de los hombres, quien de inmediato juntó ambas manos en su
entrepierna, cayó al suelo y procedió a rodar agonizante. La mujer corrió hasta
donde estaba el hombre e inmediatamente comenzó a pedir disculpas. Entonces la
mujer le explicó que era quiropráctica y le ofrecía ayudarle a eliminar el
dolor.
— Por favor, déjeme ayudarlo. Soy quiropráctica y sé como quitarle el dolor, si usted me lo permite —le dijo al hombre muy preocupada.
El accedió y ella gentilmente le separó las manos y lo acostó a un lado de ella, le desabrochó los pantalones y puso su mano adentro comenzando a masajear.
— Por favor, déjeme ayudarlo. Soy quiropráctica y sé como quitarle el dolor, si usted me lo permite —le dijo al hombre muy preocupada.
El accedió y ella gentilmente le separó las manos y lo acostó a un lado de ella, le desabrochó los pantalones y puso su mano adentro comenzando a masajear.
— ¿Se siente bien? —le preguntó la dama.
— Ah!. Me siento fantástico! —le contesta el hombre—
pero mi dedo me sigue doliendo como el demonio!
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